El héroe discreto: Vargas Llosa
El héroe discreto
Mario Vargas Llosa
Como siempre es una delicia, un gusto, oasis y relajación, leer a Vargas Llosa. En esta ocasión internarme a su visión -compartida- de un Perú moderno, en evolución y en grandes cambios generacionales ha sido enriquecedor también.

Frases y textos:
"Ahora, Rigoberto, aliviado,
moviendo la cabeza, sonreía, se reía también, reconciliado con su hijo, con la
vida. Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el
interior del avión."
"Una escuadrilla de alcatraces planeaba flotando a
ras del mar. El acompasado rumor de las olas y la resaca era agradable. «El
invierno es tristón en Lima, aunque mil veces preferible al verano»"
"Había nacido pobre, pobrísimo, cerquita de
Chulucanas, en Yapatera, y todo lo que tenía se lo había ganado
trabajando"
"Algunos son sólo libros de consulta, como los
diccionarios y enciclopedias de ese estante del rincón. Pero mi tesis es que
hay más posibilidad de leer un libro si lo tienes en casa que si está en una
librería".
"Aquel martes del invierno limeño que don Rigoberto
y doña Lucrecia considerarían el peor día de su vida, paradójicamente amaneció
con el cielo despejado y un anuncio de sol".
"Cuando llegaron a la parroquia de Santa María
Reina, en el óvalo Gutiérrez de San Isidro, el cortejo estaba partiendo, de
modo que, sin bajarse del auto, se incorporaron a la caravana. La hilera de
automóviles era interminable. Don Rigoberto vio cómo, al paso de la carroza
fúnebre, muchos transeúntes se hacían la señal de la cruz. «El miedo a morir»,
pensó".
"Dios mío, qué historias organizaba la vida
cotidiana; no eran obras maestras, estaban más cerca de los culebrones
venezolanos, brasileños, colombianos y mexicanos que de Cervantes y Tolstoi,
sin duda. Pero no tan lejos de Alejandro Dumas, Émile Zola, Dickens o Pérez
Galdós".
"Ex chofer de don Ismael, cómplice de la señora. Y,
para remate, moreno".
"Llevando mi cruz calladita. Sabiendo muy bien que
los pecados que uno comete tiene que pagarlos. No sólo en la otra vida, también
en ésta. Lo he aceptado. Me he arrepentido por mí y también por la Mandona. He
pagado por mí y por mi mamá. A ella ya no le tengo el gran rencor que le tenía
de joven. Sigo pagando y ojalá que con tanto sufrimiento el Señor Jesucristo me
perdone tantos pecados".
"Le horrorizaba pensar que su padre, desde la otra
vida, podía haber escuchado el diálogo que acababa de tener con su mujer... «Si usted hubiera estado vivo y se enteraba de todo esto, se moría otra
vez», pensó".
"Al mismo tiempo, en el fondo de su cabeza, iba
trazando un plan de acción para los días siguientes. Y al cabo de un rato
empezó a sentirse mejor, a sospechar que era posible ganar esta dificilísima
batalla".
"Basta de escándalos y de tonterías, Josefita. A
partir de hoy, a trabajar. Eso es lo que a mí me gusta, lo que he hecho toda mi
vida y lo que haré en adelante". Pensamiento de un hombre trabajador, generaciones que hace crecer a los paises: Perú, España, México.
"Intrigado, ¿qué querría decir eso de «un hombre
ético»?, Felícito se dijo que tendría que comprarse un diccionario un día de
éstos. Todo el tiempo estaba escuchando palabras cuyo significado
ignoraba". Irónico, un hombre integro, chapado a la ética "antigua" no conoce su significado.
"Son unos botarates y unos vagos de lo peor".
"La comprendo, sí. Lo único, qué mala suerte. El
destino la trajo a la boca del lobo. Mire lo que son las cosas. Eso se llama
saltar de la sartén al fuego, Armida".
"Para mí, un seco de chabelo —ordenó don Rigoberto
al mozo—. ¿Es el plato típico de Piura, verdad?".
"Todo aquello ocurría hace miles de años, en los
tiempos de la idolatría y el canibalismo. Un mundo donde la tiranía, el
fanatismo, reinaban por doquier".
"Bienvenidos a la tierra del tondero y el che guá.
¿Es la primera vez que vienen a Piura?"
"Ahora, ese sector de El Chipe se había urbanizado y
había calles, electricidad, agua y desagüe y casitas emergentes de la clase
media".
"fue a la cocina a prepararse el desayuno habitual
con leche de cabra, café y una rebanada de pan negro que calentó en la
tostadora y untó con mantequilla y miel de chancaca. Eran las seis y media de
la mañana cuando salió a la calle Arequipa. Lucindo ya estaba en su esquina,
como esperándolo. Depositó un sol en su tarrito y el ciego lo reconoció en el
acto:
—Buenos días, don Felícito. Hoy está saliendo más
temprano. —Es un día importante para mí y tengo mucho trabajo. Deséame suerte,
Lucindo".
"era el más hermoso homenaje dedicado a la música
que conocía, un poema que, a la vez que explicaba esa realidad inexplicable que
es la música, era él mismo música. Una música con ideas y metáforas, una
alegoría inteligente de un hombre de fe, que, impregnando al lector de esa
sensación inefable, le revelaba la secreta esencia trascendente, superior, que
anida en algún rincón del animal humano y sólo asoma a la conciencia con la
armonía perfecta de una hermosa sinfonía, de un intenso poema, de una gran
ópera, de una exposición sobresaliente".
"Cerrando los ojos, pensó que, dentro de pocas
horas, Lucrecia, Fonchito y él estarían cruzando los cielos, dejando atrás, las
nueces espesas de Lima".
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